
Pregunta de diálogo diario: ¿Qué anhelaba por primera vez inmediatamente después de casarnos? ¿CMSADE?
Pregunta de diálogo diario: ¿CMSAD el ambiente en nuestro hogar en este momento?
Pregunta de diálogo diario: ¿CMSAD mi sentido del humor, o la falta de el?
Pregunta de diálogo diario: ¿Las comidas familiares son importantes para mí? ¿HDIFAMA?
Pregunta de diálogo diario: ¿Qué reevaluación de la forma en que estoy viviendo necesito hacer ahora? ¿CMSCECT?
Pregunta de diálogo diario: ¿Predico el Evangelio a través de mis acciones? ¿CMSCMR? Santo de la Semana-St. Francisco de Asís (Fiesta del 4 de octubre) “Predicad el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, usad palabras”.
Pregunta de diálogo diario: ¿Cuáles son algunas de las cosas que nos hacen UNO? ¿CMSCECT? En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?” Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”. Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Mc 10, 2-16